Muchos de nosotros nos sentimos afectados con el caso de Mila, una niña Loretana embarazada de 11 años, víctima de abuso sexual por parte de su padrastro. Las autoridades de salud le negaron el acceso a un aborto terapéutico, a pesar que la ley peruana lo permite, sin embargo, esta decisión fue luego revertida por el Instituto Nacional Materno Perinatal de Perú con la aprobación de la interrupción del embarazo “para evitar repercusiones en su salud física y mental un mal grave o permanente
En muchas comunidades del Perú, por creencias religiosas o políticas, se cree que las niñas menores de 14 años embarazadas por sus violadores “deben dar a luz”. Si bien el Estado peruano castiga la violación, impone un embarazo forzoso a las mujeres, así sean niñas. Esa es una contradicción muy grande y se debe considerar, además, que las afectadas directamente son las menores violadas, puesto que son ellas quienes tienen que vivir con el daño físico y psicológico de por vida.
En primer lugar, es importante que conozcamos la variedad de problemas psicológicos que puede causar el abuso sexual infantil, como el aislamiento, el miedo y la desconfianza. Éstas pueden manifestarse como dificultades educativas, baja autoestima, depresión y problemas para formar y mantener relaciones.
Quisiera explicar con mayor detalle, algunas de las consecuencias o efectos que se dan como resultado del abuso o maltrato a los niños:
• Disminución del funcionamiento ejecutivo y las habilidades cognitivas. El desarrollo cerebral interrumpido como resultado del maltrato puede causar deficiencias en las funciones ejecutivas del cerebro: memoria de trabajo, autocontrol y flexibilidad cognitiva (es decir, la capacidad de mirar cosas y situaciones desde diferentes perspectivas).
• Deterioro en la salud mental y emocional. Experimentar maltrato infantil es un factor de riesgo de depresión, ansiedad y otros trastornos psicológicos a lo largo de la edad adulta. Los estudios han encontrado que los adultos con antecedentes de eventos adversos en la niñez, tienen una mayor prevalencia de intentos de suicidio que los que no sufrieron este tipo de situaciones.
• Problemas de apego y dificultades sociales. Los trastornos del apego pueden afectar negativamente la capacidad del niño para formar vínculos con sus compañeros, afectando así sus futuras relaciones sociales y románticas en la vida. Además, los niños que sufren abuso o negligencia tienen más probabilidades de desarrollar rasgos antisociales a medida que crecen, que puede conducir a un comportamiento delictivo en la edad adulta.
• Tasas más altas de abuso de alcohol y drogas.
• Desarrollo un trastorno de estrés postraumático.
En segundo lugar, explicaré las fuertes repercusiones psicológicas que tiene la maternidad forzada en niñas, además de las consecuencias sociales y económicas.
Desde la psicología, el embarazo y la maternidad forzada implican cambios físicos y hormonales en el cuerpo de las mujeres, por ejemplo, para la producción de leche. Una niña, tanto a nivel psicológico como físicamente, no está lista para ser madre.
Tanto para la niña o el niño como para la madre puede haber secuelas psicológicas. A nivel neuroquímico, la parte del cerebro encargada de la respuesta emocional y madurez para asumir aspectos de crianza no está desarrollada y por lo tanto “tampoco está lista para hacerse cargo de un niño”.
Todas las violaciones dejan una huella imborrable, sin embargo, los embarazos forzados agravan la situación. Las consecuencias pueden ser más leves o graves según el entorno de la víctima, su resiliencia y recursos para manejar el trauma, que a su vez, dependen de factores como el apoyo de la familia o su nivel socioeconómico.
Es importante que se brinde apoyo psicológico a las niñas que han sido forzadas a ser madres. La atención médica y psicológica adecuada puede ayudar a prevenir o reducir las consecuencias negativas del embarazo y la maternidad forzada.
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