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Muchos padres de familia preguntan cómo hacer para que sus hijos sean exitosos, se autocontrolen, tengan una gran personalidad y sean hombres o mujeres de bien.

La ternura y la firmeza pueden considerarse contradictorias y difíciles de seguir, entonces,  las madres y los padres actúan con firmeza excluyendo la ternura, o se van al extremo opuesto y se convierten en condescendientes con sus hijos. La realidad es que no tiene que ser así. Ambas pueden estar en armonía, no se contradicen, todo lo contrario, los padres y madres, deben proveer a sus miembros, especialmente a los hijos, ternura, comprensión y cariño para proporcionar seguridad, confianza, estabilidad emocional, y por consecuencia lograr estabilidad emocional que les permita asumir la responsabilidad de su comportamiento.

La ternura y la firmeza no son recursos para criar, son parte de un proceso de relaciones afectivas con amor, que las madres y los padres transmiten a sus hijos, buscando en ellos una personalidad bien formada. Los niños están en construcción, conociendo, aprendiendo, copiando, necesitan coherencia, congruencia y consistencia.

Esta autoridad, no significa autoritarismo, significa que los hijos, ya sean niños, adolescentes o jóvenes necesitan orden, organización y un camino a seguir. Cuando los padres  y madres no actúan con autoridad, no logran marcar límites claros a sus hijos, la autoridad ayuda a transmitirles una imagen positiva bien definida, les permite ser una buena guía, ser modelos de referencia y aprendizaje positivos. Esta autoridad se cumple con la firmeza en un ambiente cálido de cariño, ternura, respeto y alegría; proporcionando confianza y seguridad para que sus hijos se sientan motivados, queridos y aceptados.

Los conflictos familiares, entre padres e hijos, entre hermanos, que suelen ser más frecuentes en la etapa de la adolescencia y juventud, puede romper esta armonía, y si a los padres les cuesta gestionar o controlar sus emociones, cuando pierden el control pueden actuar con violencia, agrediendo, gritando, invalidando las emociones de sus hijos. Por esta situación, los niños en la adolescencia, juventud e incluso en la edad adulta sufrirán de problemas de autoestima, pierden autovaloración, se vuelven dependientes de una pareja pidiendo llenar vacíos, satisfacer necesidades afectivas, buscando seguridad y protección que no encontraron en su familia.

Por tanto, persistir en la ternura, y ser firmes para ser consistentes implica claridad en lo que digo como madre o padre, que un ‘NO’ es ‘NO’, no ceder, con fuerza de voluntad, manteniendo la decisión. Los hijos deben saber quién está a cargo. Es un eterno equilibrio, utilizando la paciencia infinita, repitiendo para establecer hábitos y reglas claras, pero con buen humor, disfrutando de la vida en familia, de actividades familiares, juegos, conversaciones de sobre mesa, utilizar toda la creatividad posible y perseverar en la coherencia. Dar un ejemplo de padres y madres firmes con autoridad y ternura, será la característica clave e imprescindible para educar hijos responsables, autónomos, independiente y, sobre todo, capaces de ser felices y disfrutar de la vida.

Mag. Adriana Inés  Merino Merino
Psicóloga – Psicoterapeuta